Dios les continúe bendiciendo,
amado Remanente. Este es su hermano y amigo Jhoel Amir. Es un gozo poderles
compartir La Palabra de Dios, en esta semana.
Continuando, lo que inicié a
compartirles, la semana pasada, sobre lo que he llamado: PASOS DEL DESARROLLO DEL CREYENTE, regresemos a nuestro texto:
JUSTIFICADOS
Romanos 8:30 Y a los que predestinó, a éstos también
llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a
éstos también glorificó.
En
este texto, vemos los siguientes pasos:
·
Predestinado
·
Llamado
·
Justificado
·
Glorificado
Continuaremos viendo, hoy, el
tercero: “Justificado”. La raíz de
este término, tiene la palabra justicia y nos da la idea de un juicio, que es
donde, por lo general, se determina la justicia. Tenemos, entonces:
-
A un Juez justo: Dios
-
A un Acusado: Tu y yo
-
Y una Acusación: lo que la Biblia llama el “Acta
de Decretos”, que no es más que todas las violaciones a las leyes de Dios que
hemos cometido, es decir, nuestros pecados.
En un juicio, como el que te acabo
de describir, ni el más hábil abogado nos podría salvar de una condena
perpetúa, separados de Dios, para siempre, en el infierno.
Es aquí donde entra la
justificación, siendo la justificación: la absolución legal y formal de toda
culpa por parte de Dios como Juez, siendo el pecador (el acusado) pronunciado justo al creer en el Señor
Jesucristo. Oh, gloria a Dios!
Es por eso que el apóstol podía
decir, con toda certeza y seguridad, lo que hoy te digo RAMANENTE: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que
están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu.” (Romanos 8:1)
Si has
aceptado a Jesús, como Señor y Salvador, ERES JUSTIFICADO, NO HAY CONDENACIÓN
PARA TI.
Si no
has aceptado a Jesús como tu Señor y Salvador, QUE ESPERAS PARA HACERLO?
Por Jhoel Amir
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