jueves, 17 de febrero de 2011

SOMOS LA FAMILIA DE DIOS

Hola Remanente Escogido.  El Señor me los bendiga de una manera sobrenatural y cada día experimentemos a ese Dios sobrenatural que tenemos.

Es un privilegio compartirles esta palabra en este día,  que sé, será de edificación para nuestras vidas.




«Somos La Familia de Dios»

1 Juan 3:9
Los q han nacido en la familia de Dios no se caracterizan por practicar el pecado, porque la vida de Dios está en ellos. Así que no pueden seguir pecando por que son hijos de Dios.


Como cristianos vamos a pecar ocasionalmente, por que seguimos en un cuerpo de carne y no somos perfectos, pero eso es muy diferente a vivir en pecado, es decir hacer algo que no le agrada a Dios una y otra vez, sin arrepentirnos, ni  cambiar de actitud.   Así que si estamos  pecando no podemos seguir con esa manera de vivir, por que somos hijos de Dios.

1 Pedro 2:9
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a la luz.


Saben los padres le otorgan responsabilidades a sus hijos y Nuestro Padre Celestial nos manda Amarlo a El y a Nuestro prójimo como a nosotros mismo. Mateo 22:37-40

A  predicar el evangelio a todo el mundo, es decir, anunciar sus virtudes:

  • Que murió por ti y por mi, 
  • que llevo nuestros pecados y enfermedades en la Cruz del Calvario 
  • y un día vendrá a buscarnos para que reinemos con Él y Vivamos eternamente.

Cuando ponemos nuestra fe en Jesús y nos apartamos voluntariamente de nuestra vieja naturaleza pecaminosa; entonces viviremos para complacer a Dios.

Si vivimos como hijos de Dios en obediencia a sus mandamientos, que Él nos ha dado en su Palabra, podemos tener certeza de que somos cristianos y que obtendremos la vida eterna.

YURISLEY ARDÍNEZ

2 comentarios:

  1. Vivir como hijos de Dios se trata de IDENTIDAD. A medida que conocemos más y más quienes somos en Dios y lo que El ha hecho por nosotros, el pecado pierde su atractivo para nosotros.

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  2. ¡Nuestro Dios amado nos separó para propósitos grandes!

    Vale la pena abandonar la vida pecaminosa y vivir pegados a Dios, aferrándonos a la verdad de que todos los días avanzamos, mejoramos y nos parecemos más a Él.

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